La Toscana en cuatro días casi cinco.

Tan solo un día me hizo falta para enamorarme de esa pequeña ciudad de la Toscana italiana. Os hablo de una ciudad casi en el centro de Italia muy cerca de Florencia,  que precisamente por eso creo que pasa muy desapercibida. Pero si te tomas el tiempo suficiente para verla y perderte por sus calles encontrarás una ciudad con un encanto único.

¿Sabéis de que ciudad hablo? Seguramente no. Pues me refiero a ¡Siena!, la ciudad de la catedral incompleta, la plaza de las carreras y las cuestas interminables…

Todo comienza con un vuelo muy barato, tan barato que cuando te montas en ese autobús con alas y te das cuenta que van a ser dos horas muy incómodas, ya entiendes mejor ese precio. Llegamos a Bolonia tras cambiar de vuelo por problemas en el avión y un aterrizaje un poco peligroso. Ryanair, no tenia miedo a volar hasta que te conocí.

 

Bologna

Bolonia, la Granada italiana, está llena de universitarios y buen ambiente. Me creé una expectativas muy altas, tan altas que me decepcioné. Parece ser que al día siguiente toda Bolonia tenía examen y estaba desierta, salvo algunos que iban más a disfrutar que a estudiar. Me quedé sin fiesta pero aprovechamos para ver la ciudad un poco mejor.

Firenze

Creo que “Un museo al aire libre” es la mejor descripción de esta cuidad. Cuando dejamos las maletas, nos tiramos a la calle a ver esta fantástica ciudad y por supuesto a comer. Nos compramos una focaccia (un bocadillo para entendernos) y unas Peroni (cervecita italina muy rica). Nos la comimos en La Piazza della Signoria. Tras ver la  Piazza del Duomo, pagar cuatro euros por un cafe y subir a Piazzale Michelangelo, me encontré con una estatua de un jabalí. Ésta estatua tiene una historia que dice que si le metes una moneda en la boca y al caer se mete por unas rendijas que tiene en los pies volverás a Florencia. Tras diez intentos no volveré a Florencia.

 

Siena

Al día siguiente Siena, que bonita y cuantas cuestas. Yo soy una persona acostumbrada andar pero no soporto las cuestas y Siena en eso destaca. Fijaros si destaca en esto que tiene escaleras mecánicas para ir al centro, lo cuál me encantó. A primera vista pensé que no sería gran cosa, una ciudad con su encanto particular, pero me equivoqué. No sé si serían esos callejones que te hacían sentir perdido, esa Piazza del Campo o ese proyecto de catedral inmensa que se quedo en nada.

Es verdad que es una ciudad  que en comparación con otras es poca cosa, pero si ese poco te gusta, te enamoras de ella. Me explicaron lo que eran los Palios y que allí se celebraba la carrera de caballos más famosas de Italia. Los Palios se dividían en los distintos barrios de la ciudad y el sentimiento que tenía cada habitante de Siena por su Palio era tanto, que para ser de un palio tienes que nacer en ese barrio. Cada Palio tiene su bandera, color y caballo que le diferencia de los demás barrios.

Los días del Palio se montan auténticas fiestas, compitiendo por ser el barrio más bonito y tener el caballo más rápido. Yo me quedo con que los barrios no reparan en gastos y te dan cerveza, vino y comida gratis durante todo el día.

Pisa

Tras pasar un día y medio en Siena, nos tocaba Pisa para concluir el viaje. Era la ciudad que menos ganas teníamos de ver ya que muchos de nosotros la habían visto y todos decían que solo era esa famosa torre. Pues eso hicimos, cogimos el tren que más tarde salía de Siena para Pisa. Estábamos muertos, solo queríamos descansar, pero ya que estábamos allí no podíamos desaprovechar esa oportunidad.

Nos tocaba coger el vuelo a las 7 de la mañana con una cara que no era de sueño, era de muerto. Como es típico en nosotros, íbamos al aeropuerto con las tonterías de… y si el avión se estrella… y si perdemos el avión… y si nos toca un loco en el vuelo… En qué momento jugamos con nuestra suerte, que al llegar el primer control nos dice que éste billete no coincide, era para el día siguiente. Tras un rato para asimilarlo lo aceptamos y vimos el lado bueno, un día más en Italia. Lo malo es que era en Pisa, pero bueno con amigos todo es más divertido.

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